La Columna del Rabino


Por el RAB ALE AVRUJ

 

La Sabiduría para el Cambio

Por el Rab Ale Avruj

Podríamos decir que el año que pasó, ya es tiempo de que se vaya. Que fue un año perdido, para el olvido. El año trajo enfermedad, aislamiento y pérdidas de todo tipo. Aportó cancelación de sueños, suspensión de aspiraciones, y obligó a posponer – en el mejor de los casos – viajes, celebraciones y proyectos. Sin embargo, las Altas Fiestas no llegan apenas para renovar los tiempos y pedir por futuros nuevos y mejores, sino para revisar lo vivido y bucear en su mensaje.

La Mishná en el Tratado de Berajot (9:5) nos dice“Jaiav Adam lebarej al haraa, keshemshehumevarej al hatova”, que debemos aprender a bendecir lo malo, al igual que bendecimos lo bueno. Es fácil y esperable celebrar y bendecir los tiempos buenos. Sin embargo, bendecir lo malo exige coraje, búsqueda, reparación, serenidad, y una amplia gama de herramientas espirituales para no sólo pedir que los tiempos que vengan sean buenos, sino ser nosotros quienes los hagamos llegar.

El año trajo cosas inimaginables. Se llevó personas amadas en la enfermedad, desgarró en la distancia a familias, confinó en la soledad a abuelos y abuelas, distanció amistades y quebró proyectos económicos. Nos empujó a un cambio de paradigma y estilos de vida, de rutinas y agendas, y como Comunidad nos obligó a cerrar las puertas de nuestras casas de estudio, Tefilá, contención, encuentro y espiritualidad.

Así las cosas, los sabios nos llaman a bendecir. Bendecir es decir lo bueno. Cuando toda la larga pesadilla de la cuarentena comenzó, nos sentimos paralizados al no poder imaginar cómo continuaríamos sin la vida comunitaria. Sin embargo, comenzamos a descubrir esa fuente de bendiciones en medio de la crisis. Cientos de almas se volcaron a dar de su tiempo, de sus conocimientos, de sus posibilidades y recursos. Nacieron proyectos para llegar a las mesas donde había hambre, a las casas donde algún abuelo se sintiera solo y a cada familia que necesitara de esa porción de espiritualidad y Torá. Explotamos lo mejor de nosotros y logramos en la distancia unir ciudades, fronteras y aislamientos, con miles de pantallas encontrándose a celebrar el Shabat en cada living. Dejamos de ir al Beit Hakneset a buscar judaísmo, para llegar e inundar de idishkait y de Amijai nuestras propias casas.

En este año dejamos de dar por obvio muchas cosas, comenzamos a repensar lo que parecía imprescindible y a revaluar costumbres y viejos preconceptos. Si hay cosas que llegaron para quedarse en la nueva normalidad, lo ideal será evaluar no solamente las innovaciones tecnológicas y los hábitos sociales, sino los diferentes crecimientos espirituales e innovaciones que logramos en el alma. Valorar más alto el don de la libertad, la amistad y la salud. Celebrar cada paseo al aire libre y no volver a dejar para otro día un abrazo con los viejos. Reconocer que sí teníamos tiempo para hacer cosas por otros, y por nosotros. Descubrir que cocinar con los chicos para veinte familias una noche podría continuar siendo una sana rutina. Que era un regalo al alma y un granito de arena a la continuidad de la llama judía  haber encontrado el tiempo para estudiar Torá, rezar o mantener viva a la Kehilá.

Se trata de cambiar la perspectiva de lo que vemos al leer el tiempo. Un año lleno de cosas malas, del que pudimos sacar mucha bendición. Hemos enfocado el anuario de Amijai de este año desde la idea del cambio. “Rosh Hashaná” es “Comienzo de Año” y también “Rosh Hashinui – Comienzo del Cambio”. El inicio de un tiempo para adaptarnos, celebrar y aprender a bendecir los cambios.

En palabras de la hermosa oración del Dr. Reinhold Niebuhr, podamos pedir este año la serenidad para aceptar las cosas que no podemos cambiar, el valor para cambiar las cosas que sí podemos, y la sabiduría para comprender la diferencia. Hay cosas que no podremos cambiar. El origen de muchas de nuestras angustias y frustraciones se basan en querer que cambie algo que no está en nuestras manos. Pero hay cosas que sólo están en nuestras manos. Son justamente aquellas en las que debemos desplegar nuestro coraje para el verdadero cambio. El problema es que muchas veces confundimos la batalla, e invertimos demasiada energía en lo que no cambiará, y renunciamos a aquello que espera de nosotros para volver a nacer.

Amigos queridos. Amigos todos.

Este año pedimos por sabiduría. Para comprender la diferencia. Para aprender a vivir con mayor madurez y paciencia aquello que llega a nuestra vida, y enfrentar con el alma las que dependen de nosotros para hacerla crecer. Sabiduría para aprender a bendecir lo malo, al descubrir el mensaje de transformación, superación y renacimiento que nos trae el leer el tiempo. Entonces, bienvenir el nuevo año, para con esa misma sabiduría no sólo esperar que el año traiga bendiciones, sino que seamos nosotros quienes lo llenemos de belleza, reencuentro, familia, amigos, compromiso, construcción, salud, Torá y mucha y mejor paz.

¡Shaná Tová umetuká!
Rab Ale Avruj

 


 

THE RABBI’S COLUMN

Wisdom for Change

By Rab Ale Avruj

We would no doubt all agree that it is about time to let this year end. Who would not consider it a wasted and forgettable year? It has brought us disease, lockdown and all types of loss. It has made our dreams fall apart; it has lowered our sights and forced us to postpone -at best- trips, celebrations and projects. However, the High Holidays are here not just to renew our time and ask for a better future; they are here to go over our life and dive into its message.

In the Berakhot Tractate (9:5), the Mishnah tells us that “Chayav adam le-varech al ha-ra’ah k’shem she’mevarech al ha-tova”. We must learn to make a blessing when something bad happens, just as we make blessings for joyous occasions. It is easy and reasonable to celebrate and bless the good times. However, blessing the bad times calls for courage, quest, atonement, serenity and a wide range of spiritual tools if we are determined not just to ask for a better future butalso to work for that future to come.

This year has brought unexpected things. It has taken the lives of many beloved ones through sickness; it has broken the hearts of many families in the distance; it has forced grandmas and grandpas to live in loneliness; it has kept friends apart and has smashed economic projects. We have been pushed into a change in paradigm and lifestyle, a change in our routine as well as in our agenda. As a community, we were forced to close the doors of our house of study, Tfilah, support, place of meeting and spiritual life.

Nevertheless, the sages teach us to make a blessing. To bless something is to say what is good about it. When the long nightmare of this quarantine began, we felt paralyzed, as we could not imagine how to continue with our community life. However, we began to unveil this source of blessings in the middle of a crisis. Hundreds of souls offered their time, their know-how, means and resources. Many projects were born to fill the tables of those who were hungry, to reach out to grandparents feeling lonely at home and to each family who needed a dose of spirituality and Torah. We brought out the best in us and managed to join distant cities, cross international borders and lockdowns, as thousands of screens would join in a Shabbat celebration at each of our living-rooms. We stopped going to the Beit Haknesset in search of Judaism, in order to let the iddishkait of Amijai be part of our own homes.

This year we have no longer given things for granted. We closely examined what has always seemed essential and reassessed old practices and beliefs. Now that so many things are here to stay, we should evaluate not only the technological developments and social habits, but also our spiritual growth and innovation within our souls. We should give more value to freedom, friendship and good health. We need to celebrate each walk outdoors and never put off for a hug to our parents for another day. We must admit that we did have the time to help others or to do something for ourselves. To discover that cooking with our kids one evening to feed twenty families could become a healthy routine. Having the time to study Torah, to pray or to keep our Kehilah alive has been a gift to our soul and a drop in the ocean for the continuity of the Jewish flame.

It is all about changing the viewpoint when we read our times. A year full of bad things can become one with much blessing. Amijai’s Yearbook this year has focused on the concept of change. Rosh Hashanah is the “Beginning or the Year” and is also Rosh Hashinuih, the “Beginning of a Change”.The onset of a time to adapt, to celebrate and to learn about the blessing of changing.

To quote the beautiful prayer by Dr. Reinhold Niebuhr, may we be able to ask this year for the serenity to accept the things we cannot change, courage to change the things we can,and wisdom to know the difference. There are things which we certainly cannot change. Much of our anguish and frustration comes from our will to change what is not in our hands to do so. Some things, however, are definitely in our hands. It is there that we must display our courage for a meaningful change. The problem is that we many times fight the wrong battle and put too much energy on something that will not change, as we give up on what is calling for our action to be born again.

My dear friends, my dear all,

This year we ask for wisdom. Wisdom to know the difference. To learn how to deal with whatever comes to our life, withmore maturity and patience; to face with our heart and soul whatever comes which needs our help to grow. Wisdom to learn how to bless the bad things, as we discover a message of transformation, improvement and rebirth in our reading of time. Then, as we welcome the New Year, may we have this same wisdom to expect blessings, but also to understand that we too are expected to fill the year with beauty, reunification, family, friends, commitment, construction, good health, Torah as well as abundant and good peace.

Shanah Tovah Umetukah!
Rab Ale Avruj

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