Un visionario nacido en Lituania convirtió un idioma de la antigüedad en uno de uso cotidiano.
Cuando Eliezer Ben-Yehuda llegó a Palestina en 1881, la lengua hebrea había dejado de ser allí el idioma del pueblo judío desde la época de la Biblia. Sin embargo, gracias a Ben-Yehuda, hacia 1922 eran tantos los pioneros judíos que hablaban en hebreo, que las autoridades del Mandato Británico lo reconocieron como idioma oficial de los judíos de Palestina.
Ben-Yehuda entendía que el concepto de nación judía incluía tanto el retorno a la patria histórica en la Tierra de Israel, como también el resurgimiento del idioma hebreo. A fin de lograr esto último, Ben-Yehuda necesitó impulsar una proeza casi imposible: transformar el hebreo, que durante siglos se había utilizado solo para el estudio, en un lenguaje hablado y moderno.
Un anhelo juvenil
Eliezer Ben-Yehuda nació bajo el nombre Eliezer Perelman en la ciudad de Luzhky, Lituania, en 1858. Era hijo de un Jasid de Jabad, llamado Ben-Yehuda, quien le dio una educación religiosa tradicional en una yeshivá local. El Rosh Yeshivá, o director de la escuela, era a escondidas un maskil, o pensador iluminado. Dicho director le hizo conocer a Ben-Yehuda la literatura laica y despertó el interés del niño en los estudios no religiosos.
Posteriormente Ben-Yehuda fue transferido a una escuela rusa, pero continuó obsesionado con la literatura hebrea moderna, leyendo con avidez los periódicos en hebreo, especialmente los que abordaban el tema del nacionalismo judío. Para Ben-Yehuda, el nacionalismo se convirtió en la forma de abordar el hebreo sin la religión.
Ben-Yehuda encontró también inspiración en los movimientos nacionalistas europeos. En el siglo XIX, Italia y Grecia (ambos países con un fuerte vínculo con sus territorios e idiomas) se independizaron como nación. En 1877, el año en que Ben-Yehuda se graduó de la escuela secundaria, comenzó la guerra entre Rusia y Turquía y puso de relieve al movimiento nacional búlgaro, que buscaba la independencia de los otomanos.
Al imaginar a los judíos como una nación similar a la búlgara, griega e italiana, Ben-Yehuda decidió ayudar a crear una nación en la que los judíos pudieran adoptar al hebreo como su idioma nacional.
Poco después, Ben-Yehuda supo que las comunidades judías estaban usando el hebreo para comunicarse cuando no lo podían hacer mediante otros idiomas. (Los historiadores ahora saben que este fenómeno había existido desde la Edad Media en Europa y el Cercano Oriente.) En Jerusalén, por ejemplo, los judíos hablaban idish, francés o árabe de manera coloquial.
Sin embargo, en las pocas ocasiones en las que las cuestiones inter-comunitarias exigían una comunicación verbal, el lenguaje común era una forma modificada del hebreo medieval. El hebreo hablado en estos contextos estaba lejos de ser lo que se necesitaba como idioma moderno nacional, pero las noticias igualmente inspiraron a Ben-Yehuda a mudarse a Palestina.
Un hermano encubierto
Al llegar a Jerusalén en 1881, Ben-Yehuda puso de inmediato en acción su plan para revitalizar el hebreo. Dejó de utilizar su nombre de nacimiento y con su esposa, Deborah Jones, creó el primer hogar en el que se habló el hebreo moderno. Además educó al primer hijo cuyo idioma natal fue el hebreo moderno: Ben-Zion Ben-Yehuda.
En Jerusalén, el nuevo Ben-Yehuda laico trató de usar el hebreo para atraer a judíos religiosos hacia la causa nacional. Tanto su esposa como él mismo vestían de manera religiosa (se dejó crecer la barba y los paiot (bucles a ambos lados del rostro) y su mujer llevaba una peluca, para parecer observantes. Pero los judíos ultra-ortodoxos que vivían en Jerusalén, para quienes el hebreo se utilizaba solo con fines sagrados, como estudiar la Torá, adivinaron las intenciones de Ben-Yehuda. Al advertir sus objetivos nacionalistas, lo rechazaron a él y a su propuesta idiomática. Llegaron incluso a declarar un “jerem”, la excomunión de Ben-Yehuda.
Este revés no logró detener a Ben-Yehuda, quien continuó enfocado en su proyecto. Siguió hablando hebreo en su hogar y convenció a otras familias, que formaban parte de la creciente comunidad de judíos nacionalistas laicos en Palestina, para que hicieran lo mismo.
En su casa, Ben-Yehuda utilizó a su hijo para evaluar la viabilidad del hebreo moderno como proyecto. Si se puede educar a un niño hablándole únicamente en hebreo moderno, entonces toda la nación estaría en condiciones de adoptar el idioma también. Para esto, Ben-Yehuda debió tomar medidas extremas, evitando que su hijo jugara con otros niños y que oyera otros idiomas, por temor a que fracasara su esfuerzo.
Por escrito y al hablar también…
Los otros elementos del proyecto de Ben-Yehuda para revivir el idioma fueron el uso del hebreo como lenguaje de instrucción y estudio en las escuelas y la creación del vocabulario que permitiera al hebreo ser un idioma útil a nivel nacional. Ben-Yehuda obtuvo el apoyo de los educadores entusiastas del nacionalismo judío y que se identificaban con su proyecto. Enseñar hebreo en las escuelas era, además, una solución práctica para el problema de los inmigrantes provenientes de distintos países, que hablaban muchos idiomas diferentes.
Ben-Yehuda comenzó a recopilar material para la creación de un diccionario del hebreo moderno cuando llegó a Israel y nunca dejó de expandir el lenguaje, dedicando muchas veces dieciocho horas diarias al desarrollo de nuevas palabras y redactando artículos.
Las listas de palabras se publicaron en revistas escritas en hebreo, en especial Hatzeví, que fue fundada por Ben-Yehuda. En 1910 Ben-Yehuda comenzó la edición de su diccionario, pero la colección completa de los 17 volúmenes, que se llamó Diccionario Completo del Hebreo Antiguo y Moderno, recién pudo finalizarse mucho después de su muerte, en 1922.
Un legado lingüístico
La vida de Ben-Yehuda fue ejemplar porque a pesar de los pequeños éxitos y fracasos de sus diversos proyectos, la dedicación que puso para hablar y cultivar el idioma hebreo inspiró a otros a hacer lo mismo. En sus últimos años, co-fundó y estableció los principios normativos para el Va’ad Halashon, el Consejo del Idioma. Este Consejo luego pasó a ser la Academia del idioma hebreo, el cual adoptó las normas de Ben-Yehuda y validó la obra de su vida. La Academia, que aún funciona en la Universidad Hebrea de Jerusalén, aprueba nuevas palabras en hebreo para dar cabida a las necesidades siempre cambiantes de la sociedad israelí contemporánea. La Academia está actualmente redactando también el Diccionario Histórico del Idioma Hebreo.
Eliezer Ben-Yehuda nunca llegó a ver la creación del Estado de Israel. Falleció apenas un mes después de que las autoridades británicas declararan el hebreo como idioma oficial de los judíos de Palestina. Sin embargo, su sueño de Israel be’artzo uvilshono, el renacimiento de la nación de Israel en su propia tierra, hablando su propio idioma, se vio cumplido. Sus esfuerzos se cuentan entre los grandes resurgimientos idiomáticos de la historia de la humanidad.
Bibliografía: Saiger, D. (s.f.). My Jewish Learning. Obtenido de myjewishlearning.com: https://www.myjewishlearning.com/article/eliezer-ben-yehuda/