“La más urgente y persistente pregunta es:
¿Qué estás haciendo por los demás?”
Martin Luther King, Jr.
Amijai, uno de los templos más jóvenes dentro de la colectividad judía de la Ciudad de Buenos Aires, se destaca no sólo por su intensa y vibrante vida espiritual y educativa, sino también por las innumerables actividades culturales y los proyectos de compromiso social.En esta comunidad sus miembros logran hallar siempre algo relacionado con su búsqueda personal. El encuentro con uno, con Dios, con el otro, con lo diverso, con la tradición, con la espiritualidad, con la música, con el arte, con los amigos, con la familia, con la memoria, con la trascendencia, con la solidaridad. Es justamente en el área de acción social donde es primordial el lema “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.
Tanto voluntarios como beneficiarios tienen necesidades. Unos de dar y otros de recibir. No se trata solamente de ayudar al otro. En el trabajo de los voluntarios se genera un vínculo entre personas que están convencidas de que ayudando reciben mucho más de lo que ofrecen y tratan de construir una sociedad más justa e igualitaria.
La palabra hebrea tzedaká significa “justicia social”. No es simple ayuda, ni caridad, ni solidaridad. Son todas aquellas acciones que tratan de equilibrar los niveles de desigualdad en la sociedad. Tzedaká, según las fuentes judías, es la obligación a dar parte de lo nuestro. Sin embargo, es importante brindar al otro lo que le falta y no lo que a nosotros nos sobra. Para poder lograrlo es fundamental poseer la capacidad de observar, acercarse, conocer y escuchar a los que más nos necesitan.
La pandemia provocada por el coronavirus nos obliga a transitar una época difícil desde el punto de vista económico y social, tanto en nuestro país como en el mundo en general. Como comunidad, Amijai está inserta en la dura realidad que se impuso desafiante para todos. Para poder cumplir con su compromiso social en medio de todas las dificultades, centró su objetivo en aunar los esfuerzos y entrecruzar las distintas áreas de la institución para optimizar cada una de las acciones. Gracias al generoso y desinteresado trabajo de más de 200 voluntarios de toda la Comunidad, se están llevando a cabo muchísimos proyectos con más éxito del esperado.
Hasta marzo de este año el área de acción social de Amijai trabajaba incansablemente recibiendo, fraccionando, clasificando y entregando donaciones de alimentos, ropa y medicamentos a los beneficiarios de varias asociaciones civiles sin fines de lucro.
En estos últimos meses de pandemia y cuarentena, se hicieron visibles escenarios de urgencia, frío y hambre con las pertinentes complicaciones que conlleva el aislamiento social. El impedimento de abrir las puertas de los templos no fue un obstáculo para Amijai. Rápidamente se organizó el proyecto “Alimentando el Alma”, en el que participan cocineras, tejedoras y donantes de ropa de abrigo, medicamentos o alimentos no perecederos sin salir de sus casas. Todos los días se retiran estas donaciones y se entregan en el comedor María Eva, en el merendero Sonrisas Felices, en el Hospital Pedro de Elizalde, en la Asociación Civil Dar es Dar y en la Fundación Pele Ioetz.
El proyecto “Alimentando el Alma” comenzó tímidamente con 200 viandas semanales y en estos momentos está entregando más de 5000 viandas de comida recién elaborada y 1200 kilos de alimentos no perecederos mensuales.
Según el Rab Alejandro Avruj, rabino de Amijai y presidente de la Asamblea Rabínica Latinoamericana del Movimiento Masortí: “Responsabilidad es la “habilidad de dar respuesta”, la vida religiosa nos llama a ser seres responsables con el mundo que nos rodea. El amor, la espiritualidad y la sensibilidad religiosa sólo se expresan en acciones que transforman nuestra realidad. Por todo esto es que tenemos la obligación moral de asumir nuestra responsabilidad para con el mundo. Al salvar una vida es como si se salvara al mundo”.Es así que en Amijai sostienen que la actitud religiosa más importante es comprender que Dios nos puso en este mundo para ayudar a que sufra al menos una persona menos, y hacer que pueda aspirar a una vida mejor al menos una persona más, para lograr que,gracias a nuestras manos, un chico pueda dormir con menos hambre y su padre con menos temor.
El rabino Avruj finaliza diciendo que, a mediados del siglo XIX, el Rab Israel Salanter, dijo algo para no olvidar:“Una persona debe preocuparse más por sus asuntos espirituales que por los materiales. Sin embargo debe saber que las necesidades materiales de otra persona son sus propias necesidades espirituales”.
Para colaborar con el “Proyecto Alimentando el Alma” comunicarse al 4784-1243 o escribir a [email protected] o [email protected]
También se puede ayudar con donación de una manera fácil, rápida y segura ingresando a este link:https://donaronline.org/comunidad-amijai/donacion-para-el-comedor
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Sencillamente, hacer el bien
Por Viviana Dabul, voluntaria del proyecto Alimentando el Alma.
A lo largo de estos difíciles meses de pandemia y cuarentena, por primera vez tomé contacto personal, cara a cara, con personas en situación de extrema pobreza, que hacían fila en silencio para recibir, tal vez, la única ración de comida hasta el siguiente día.
A partir de ese momento ya nunca pude olvidar esas miradas… ni quise. Miradas de hambre, de sufrimiento, de tristeza…
Inmensamente conmovida y atravesada por esta situación, aprendí que el hambre duele en la panza, pero por sobre todo, duele en el Alma,como duele el desamor, el desinterés y el ser ignorado por los otros, y me afloraron sensaciones encontradas. Por un lado, la enorme tristeza de ver la realidad de los que menos tienen y menos pueden, y por el otro, la inmensa gratificación espiritual de dejar de ser espectadora y accionar para transformar un poco al menos su triste realidad.
Todo comenzó cuando, al llegar un día a casa, encontré a mi hija con ollas en el fuego y cientos de bandejas descartables apiladas. “Es tremendo, mamá. La gente está muriendo de hambre”, me dijo. Se había ofrecido como voluntaria para cocinar viandas destinadas a los barrios más carenciados. Inmediatamente nos sumamos mi hijo y yo a su maravillosa causa, y así empezamos a cocinar en familia motivados por el único y genuino deseo de ayudar. Nuestros conocidos se fueron enterando y empezamos a recibir llamados y donaciones.
Fue todo tan mágico que sentí la necesidad de compartir mi experiencia y llevar la propuesta al maravilloso grupo de mujeres Alma de la Comunidad Amijai del que formo parte, ya que apadrina y colabora con varios Comedores e Instituciones. Rápidamente logramos replicar el modelo gracias al increíble grupo de voluntarios. Así pusimos en acción el proyecto “Alimentando el Alma” contando desde el principio con el apoyo incondicional de los directivos y profesionales de la institución.En pocos días se formaron equipos de cocineras y entregamos nuestras primeras 200 viandas solidarias al Comedor María Eva. Gracias al crecimiento de la cantidad de voluntarios, muy pronto pudimos sumar platos de comida elaborados para el Merendero Sonrisas Felices y alimentos no perecederos para la Fundación Pele Ioetz.
Apenas cuatro meses después, estamos en condiciones de decir que ya somos más de 150 voluntarios y donamos más de 15.000 viandas, 500 cartones de leche larga vida, 1.000 huevos, ropa de abrigo y más de 3.600 kilos de alimentos no perecederos.
Estos maravillosos resultados se multiplican día a día. Y nos llena de emoción…
Rescato de toda esta gran experiencia, por un lado, poder poner en práctica algo tan sanador como es la Solidaridad y la Empatía con el prójimo, y por el otro, formar parte de un grupo humano de excelencia, en el que la buena energía vibra muy alta y donde todos estamos unidos por un mismo y motivador deseo: sencillamente hacer el bien.
Ponerse en Acción
Por Carola Kenigsman
Participar del proyecto Alimentando el Alma hizo que, en lo personal, pudiera llenar de contenido real y concreto el sentimiento de irrealidad e incertidumbre en el que estaba inmersa al comenzar la cuarentena.
Esta campaña nace en el marco del trabajo solidario del grupo de mujeres que conformamos Alma. Ante el lamentable crecimiento de la necesidad, nos pusimos en acción, sumando voluntades y manos dispuestas incondicionalmente a colaborar.
Es un orgullo y un honor para mí ser parte de esta gran red de energía solidaria en la que cada uno ocupa un lugar y es escuchado y valorado.
Agradezco de corazón la posibilidad que tengo todos los días de aportar mi granito de arena que vuelve en una inmensa gratificación.
Mis deseos para todos en el año que comienza es que podamos volver a compartir la vida familiar y comunitaria con salud y alegría.
Shaná Tová Umetuká.
Reinventarse para seguir trabajando en equipo, pero en estricto aislamiento
Por Silvia Bacino
Sin lugar a dudas, el aislamiento social preventivo fue, es y será un hito en la historia de la humanidad.
En lo personal, siento que, desde que surgió el Proyecto Alimentando el Alma, logré transformar un tiempo de incertidumbre y angustia en una oportunidad emocionalmente sanadora. Sentir que puedo entregar, aún desde el encierro, lo mejor de mí, llena minuto a minuto estos días y enriquece mi vida cotidiana con alegrías al saber que llegó una nueva donación que necesitábamos, con lágrimas de felicidad al recibir un mensaje de agradecimiento, con gratitud al sentir que somos tantas almas mancomunadas con energía de la buena.
Este proyecto es, sin duda alguna, un mojón en mis 61 años de vida. Ya abuela, retirada de la actividad profesional a la que dediqué 4 décadas, era hora de poder agradecer con hechos la bella familia y la vida plena que D-s nos otorgó. Consagrar el tiempo (lo único que no vuelve) y el amor por el prójimo, si bien la actividad comunitaria forma parte de ella hace ya muchos años, es una de mis experiencias más trascendentes.
En cuanto a la vida comunitaria, significó la movilización de un grupo de maravillosas almas con deseos de ayudar a los demás y el mayor logro es poder encausar tantas voluntades con un mismo fin en medio de un clima de solidaridad, emoción y armonía permanente. Esa “familia extendida”, como solemos llamar a nuestra Kehilá, creció en una forma exponencial y unió lazos de amor por y para siempre.
Estoy absolutamente convencida de que habrá un antes y un después en el área de Acción Social de nuestra Comunidad. Si bien veníamos desarrollando múltiples acciones, el potenciamiento que se logró en esta etapa seguramente nos otorgará una fortaleza única y una enorme cantidad de nuevas oportunidades de crecimiento.
Seguramente, la coyuntura actual dejará enormes carencias en la sociedad y el gran desafío será poder colaborar para paliar, en la medida de nuestras posibilidades, los requerimientos de los que lo necesiten.
Por ello, para todos los integrantes de Alimentando el alma, para los donantes, para los beneficiarios y para toda nuestra Comunidad, quiero desearles.
Shaná Tová Umetuká.