Creando espacios y tiempos de calidad
Nuestra tradición, cada año, siglo tras siglo, celebró cada fin de ciclo con la esperanza y las energías puestas en lo que viene. Nos preguntamos sobre la calidad del año que tuvimos y sobre el que vamos a crear. ¿Quién hubiese imaginado que terminaríamos este año aprendiendo,enseñando, compartiendo y sosteniéndonos detrás de las pantallas?
Este año, desde los espacios de Introducción al Judaísmo y de los cursos de preparación de Bar-Bat Mitzvá para adultos tuvimos un enorme desafío: sostener nuestros encuentros semanales, con un nuevo formato que la realidad nos imponía. Primero, para garantizar el encuentro comunitario. Pero también para dar estructura a nuestro hacer cotidiano de aprender. Y cuando digo aprender, lo digo pensando en plural, en colectivo, en este proceso de enseñanza-aprendizaje que nos conectó de manera diferente, que nos acercó, que le dio sentido, contuvo, sostuvo y encontró razones para juntarnos a estudiar la historia, las prácticas y las fuentes de nuestra tradición.
Este ciclo nos enseñó a construir enseñanzas y aprendizajes desde otro lugar. Hicimos de la gratitud y la creatividad un tiempo extraordinario. Aprendimos que las nuevas tecnologías no eran imposibles, que podíamos hacernos amigos de nuevas plataformas digitales y de nuevos dispositivos, para sacarle todo el provecho a la conectividad. Y no me refiero sólo a la calidad de señal de la red, sino a la conectividad que somos capaces, como comunidad, de generar cuando nos sentimos cercanos con el otro, a pesar del “distanciamiento social”. Esa conexión que descubrimos en este nuevo modo de relacionarnos y en este “ya-no-tan-nuevo-espacio” de las clases nos hizo sentir que no estamos solos.
Supimos dar contenido a nuestra virtualidad, a descubrir que una melodía de la tefilá como la mismísima cantilación de la lectura de Torá, preparada con esmero podía llegar con delay al otro lado. Y felicitarnos igual.
Este tiempo nos acercó, nos conocimos más, en esos cinco- diez minutos de espera a ese compañero que entraba tarde porque no sabía dónde se cargaban los diez números del ID. Nos familiarizó con los bullicios de otros hogares cuando algún micrófono quedó abierto. Compartimos manjares en fotos de jalot, falafel, pitas… que aún espero con un delivery.
Aprendimos que las clases se comparten con mate, por más que no podamos compartirlo por pantalla. Pero sobre todo, aprendimos que del otro lado, independientemente del formal aprendizaje que nos espera, a cada uno le pasan cosas, lo atraviesa la vida y nos estamos esperando ansiosos para escucharnos.
Aprendimos a ser pacientes, a que los aprendizajes son diferentes, porque somos todos diferentes.
Aprendimos que hay instancias de nuestras elecciones que se hacen esperar. Que esa espera, cuando es amorosa, refuerza nuestros lazos. Y, entonces, la espera ya no es espera, sino saborear el presente. Que la calidad del tiempo diferencial no es el de la rutina que nos embota, sino que se alimenta en el plano más alto de nuestras conciencias. La que alimenta nuestra creatividad y que alimenta día a día el alma. Esa que logramos, juntos, en este año.
Se nos termina un ciclo. ¿Cómo imaginar el año que comenzamos? ¿Cómo aprenderemos, enseñaremos, compartiremos y nos sostendremos? ¿Necesitaremos de las pantallas? No lo sabemos. Sí sabemos que lo que construimos este año nos acercó, nos dio fuerzas y enseñanzas mucho más enriquecedoras. Y que hoy tenemos otras herramientas para nutrir y dar calidad a nuestro tiempo.
Es mi deseo, que en este 5781 que inicia podamos fortalecer y brindarnos aún más espacios de amor, contención, aprendizaje, encuentro, construcción, comunidad, unidad y paz, para cada uno de nosotros, para nuestras familias, para el pueblo de Israel y para toda la humanidad.
¡Tizku Le Shanim rabot!
Seamos merecedores de «buenos y muchos años más».
Rab. Sarina Vitas
Introducción al Judaísmo y Cursos de Bar y Bat Mitzvá para adultos
Compartimos algunas palabras de algunos participantes de Bar y Bar Mitzva de Adultos
La vida es un devenir de nuevas experiencias, se aprende algo todos los días. Nada es tan bueno ni tan malo, depende de la capacidad de cada uno de usufructuar de esos momentos. Las asignaturas pendientes que el individuo tiene a la largo de su vida, cuando pueden rendirse, resultan ser un logro maravilloso.
Toda la introducción para decir que el Curso de Bat-Bar Mitzvá, que comencé un poco tarde, pero que se ha prolongado por esta pandemia, me ha permitido compartir un aprendizaje muy distinto a lo que ha sido mi formación, compartiendo momentos maravillosos con personas no conocidas.
Para esto se necesita una persona que reúna condiciones de líder como lo representa la Rab Sarina, que me ha enseñado un sin fin de cosas sobre judaísmo que nunca me había atrevido a explorar ni preguntar.
Esto me ha permitido establecer una increíble afinidad entre la religión y sus tradiciones y mis actividades laborales de toda la vida.El judaísmo habla de la luz y ella es la que ilumina el andar por la vida cumpliendo las mitzvot que hacen al individuo. Yo trabajo en el momento que la persona ve la luz por primera vez, en el inicio de la vida.
Del grupo puedo hablar poco, pero se ha establecido una buena relación teniendo en cuenta que muchos somos “adultos mayores” (con la nueva clasificación), pero Sarina lo ha manejado muy bien.
Me gusta la idea de seguir con el Curso, independientemente que sea por la pandemia, ya que me di cuenta de que espero las reuniones con ansiedad y alegría.
Existen cambios notables en mí, siento que estoy dejando de ser solo un judío gastronómico festivo, para ser un observante respetuoso, lo que es algo importante a esta altura de la vida. ¡Gracias!
Oscar Guetmonovitch
“No dejamos que la coyuntura decidiera por nosotros. Ya lo habíamos elegido. Que no fuera un día más. Nuestro festejo se hizo igual, con nuestros seres queridos. Cada uno desde su hogar apoyando y acompañando nuestra iniciativa de continuar soñando”.
Damián Baccetti
“Este tiempo que prolongamos de curso hasta poder llegar a nuestra ceremonia presencial fue maravilloso. Si hubiese terminado en mayo, me hubiese quedado corto. Seguir me demostró cuán necesarios son los espacios espirituales y comunitarios en mi vida”.
Marta Langier
Compartimos algunas palabras de algunos participantes de Introducción al Judaismo
“Descubrí un espacio contenedor y de compañía”
Alicia Díaz
“Aunque el curso debería estar terminado, sigo aprendiendo y me divierto”
Silvia Rivero
“Para otras cosas ya tendré tiempo, ésta seguirá siendo mi prioridad, quiero seguir participando y aprendiendo cosas nuevas”
Verónica Szpiegel